Seleccionar página

Llevo meses expuesta
con ese miedo al frente que seduce,
con las inseguridades que me pinchan,
con mi razón tratando de iluminarme como escudo,
y no siempre he salido airosa.

Lo que llevamos dentro, si no sale, muere,
se frustra, se queda y no se transforma.
Trasladarlo de la sensación a la palabra,
y de la palabra a la acción,
pareciera una empinada montaña de la que no puedes ver su borde.

Las piedrecillas que caen mientras das un paso
te golpean la cara; otras las esquivas con facilidad, y
otras ni siquiera las ves, solo sientes que pasaron por sobre ti.

Y así, las heridas que siempre nos acompañan.
Y así, la razón que va moldeando el andar,
los patrones de comportamiento que salen casi sin poder pensar,
el darse cuenta, el detenerse y cambiar de dirección,
el reconocer nuestros miedos, el apreciar nuestro dolor,
el aceptar la realidad sabiendo que no tenemos el control,
el conectar con nosotrxs mismxs sin mentirnos,
el dejarnos caer para volver a encaminar el rumbo.

Pin It on Pinterest

Share This