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Si bien es cierto que toda región alberga una gran cantidad de zonas naturales de gran interés, no es menos cierto que muchos de estos lugares son más bien desconocidos para una gran mayoría de sus habitantes.

En reiteradas ocasiones, me he preguntado por qué es más fácil mirar y valorar zonas remotas y no aquellas más cercanas. Donde sea que usted se encuentre, puede llegar a algún atractivo natural en menos de 3 horas, entonces cuál es el motivo que esto siga sucediendo, y la conclusión es simple: ignorancia. ¿Cómo se gesta esta? En una educación que no es de calidad, esa educación que pretende robotizarnos y convertirnos en entes trabajadores, poco reflexivos y serviles. Veo como en los colegios se ha perdido el interés por el contacto con el medio ambiente natural, el valor del silencio, en pro de lo virtual y el encierro. Veo muchos informes, tareas, pruebas, talleres, redes sociales y pancartas, todos enfocados en el valor del medio ambiente, pero estoy convencido que la única forma eficaz de valorarlo es simplemente vivir la naturaleza, contemplar, olvidar los teléfonos, quitar valor a la ‘selfie’ y definitivamente pasar tiempo inmerso en un bosque, playa, río, lago o montaña.

En reiteradas ocasiones, me he preguntado por qué es más fácil mirar y valorar zonas remotas y no aquellas más cercanas. Donde sea que usted se encuentre, puede llegar a algún atractivo natural en menos de 3 horas, entonces cuál es el motivo que esto siga sucediendo, y la conclusión es simple: ignorancia. ¿Cómo se gesta esta? En una educación que no es de calidad, esa educación que pretende robotizarnos y convertirnos en entes trabajadores, poco reflexivos y serviles.

Para quienes residen en las regiones Metropolitana y de Valparaíso, les daré como ejemplo el Parque Nacional La Campana, el cual como señalaba anteriormente, no queda a más de tres horas desde cualquiera de estas zonas, como ciudadano, como amigo y como tour operador, se que buena parte de los habitantes de estas regiones lo desconocen, pese a ser el único parque nacional continental de la región (Rapa Nui y el archipiélago de Juan Fernández también lo son).

El Parque nacional La Campana se encuentra en las comunas de Hijuelas y Olmué, ubicado equidistantemente a una gran cantidad de pueblos y ciudades. Destaca por su gran biodiversidad con más de 500 especies de plantas vasculares agrupadas en las distintas variantes de: Bosque esclerófilo, Matorral espinoso, Bosque higrófilo, Bosque caducifolio y el Matorral de altitud. Estos se distribuyen en las distintas zonas geográficas, suelos y exposición solar.

Dentro de tantas maravillas podemos encontrar las alstroemerias, flores seleccionadas por los holandeses para convertirlas en flores de corte que se venden a nivel mundial, encontrando en el parque una especie endémica. El escarabajo estiercolero o pelotero, el que vemos siempre por televisión en los reportajes de África, sí, existen en el parque y más extensamente en Chile. La avispa cazadora de tarántulas, la que conocemos por los reportajes naturales de Brasil, es la avispa más grande de Chile y caza nuestras tarántulas nativas, y su picadura se describe como la más dolorosa de las avispas (confieso haber sido su víctima, y sí, es dolorosa). La yaca, un marsupial, los cuales muchos chilenos creen que sólo habitan en Australia. Al menos 8 orquídeas están presentes y al parecer sólo una es endémica del parque. Alguien dijo plantas carnívoras? Sí, la oreja de zorro! ‘Pájaros’ carpinteros como el carpinterito o el pitío. No dejo de impresionarme, la mariposa y la mariposa nocturna (de hábito diurno) más grandes de Chile se hacen presentes durante primavera y verano. Los dihueñes o pinatras, ese hongo comestible de color rosado que habitualmente es parte de la gastronomía del sur de Chile se desarrolla sobre los robledales. La nalca, otro recurso culinario típico del sur es parte de la vegetación del parque. Y si no bastan los colores de la infinidad de plantas herbáceas, sorprenden los colores de aves, con el tornasol de las torcazas, picaflores y mirlos, el amarillo de jilgueros, chirigües y cometocinos, y lo rojizo de las loicas y raras. Así también, otras menos vistosas, pero no por eso menos hermosas como las tórtolas, tencas, diucas, cachuditos, fiofíos, y tordos. A esto podemos agregar las rapaces nocturnas y diurnas, incluyendo al majestuoso cóndor, el cual tuve la posibilidad de contemplar en vuelo a no más de 5 metros en la cima del cerro la campana, pudiendo escuchar la suave vibración de las plumas de sus alas.

Con este breve texto sólo busco despertar el interés por la naturaleza, aprovecharla para realizar todo tipo de actividades deportivas, recreacionales, pedagógicas, culturales y terapéuticas, teniendo siempre presente ocasionar el mínimo impacto al entorno y respetando toda expresión de la naturaleza, lo que llamamos vida.

¿Se anima o prefiere verlo los fines de semana por televisión?

Juan Pablo Saavedra G.
Ingeniero agrícola, montañista, buceador deportivo y patrón de bahía.

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