El Dilema Ambientalista en Huasco: Entre el Cierre de Guacolda y el NIMBY
La contaminación ha impactado la salud de los habitantes, deteriorado el medio ambiente y limitado las oportunidades de desarrollo sostenible. Por ello, el llamado al cierre de las termoeléctricas es legítimo y urgente, respaldado por la evidencia de su impacto negativo en la comunidad.
El gobierno actual ha asumido un compromiso claro con la descarbonización de la matriz energética y el cierre progresivo de las termoeléctricas. Sin embargo, este proceso no es inmediato ni sencillo. Requiere un equilibrio delicado entre garantizar la demanda energética nacional y promover una transición justa hacia las energías renovables no convencionales (ERNC). En este punto surge el dilema que pone en jaque incluso a los más férreos defensores del ambientalismo local: el fenómeno del NIMBY.
“El término ‘Not In My Back Yard’ (NIMBY) describe a quienes, aunque apoyan una causa en términos generales, se oponen a ella cuando afecta directamente su espacio personal.”
En el caso de Huasco, esto se refleja en quienes exigen el cierre de Guacolda, pero rechazan el desarrollo de proyectos de transmisión eléctrica vinculados a las ERNC cuando estos cruzan sus terrenos o localidades cercanas.
Esto plantea una contradicción fundamental: las líneas de transmisión, como el proyecto Kimal–Lo Aguirre, son esenciales para transportar energía limpia desde el norte del país hacia el centro-sur, disminuyendo así la necesidad de termoeléctricas como Guacolda. Sin embargo, la resistencia local a este tipo de infraestructura amenaza con retrasar el cierre de estas plantas contaminantes, perpetuando el mismo problema que los habitantes buscan resolver.
“Defender el cierre de Guacolda mientras se rechaza la infraestructura necesaria para reemplazarla con energías limpias es una contradicción que debemos resolver colectivamente.”
El balance entre lo colectivo y lo individual
El fenómeno del NIMBY en Huasco evidencia un choque entre el interés colectivo y las preocupaciones individuales. Es comprensible que nadie desee ver afectado su entorno inmediato, ya sea por una línea de transmisión eléctrica, torres de alta tensión o parques de generación renovable. Sin embargo, esta postura individualista contradice el compromiso ambiental y social que exige el cierre de Guacolda.
“El beneficio colectivo de cerrar Guacolda y mejorar la calidad de vida de Huasco debe primar sobre las objeciones personales.”
Es fundamental recordar que los efectos de la termoeléctrica no se limitan a quienes viven cerca de la planta. La contaminación generada afecta a toda la comuna, provocando problemas de salud y un deterioro ambiental que trasciende fronteras individuales. Por lo tanto, los beneficios colectivos de clausurar Guacolda y mejorar la calidad de vida deben tener prioridad frente a las objeciones personales a los proyectos que faciliten esta transición.
El dilema en Huasco refleja una tensión inherente en la lucha ambientalista: ¿cómo equilibrar los intereses individuales con el bienestar colectivo? Para muchos, la idea de un futuro sustentable resulta atractiva; sin embargo, es en la práctica donde surgen las discrepancias. El desafío no radica solo en construir líneas de transmisión o cerrar plantas a carbón, sino en transformar nuestra visión del progreso, reconociendo que la verdadera justicia ambiental implica sacrificios individuales y compromisos colectivos.
“La verdadera justicia ambiental requiere tanto sacrificios individuales como compromisos colectivos.”
En este momento crítico, los habitantes de Huasco tienen la oportunidad de liderar con el ejemplo, demostrando que un futuro más limpio y sostenible es posible cuando se trabaja en conjunto, superando el individualismo por el bien común.
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