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Desde que la humanidad aprendió a dejar huellas de su paso por esta tierra se ha dedicado a encontrar diferentes respuestas a una de las grandes preguntas que nos han acompañado desde nuestro nacimiento. En este mundo tan a maltraer en el que estamos viviendo existe un hermoso tesoro que nos da profundas luces de nuestra búsqueda y es uno de los más antiguos escritos de la historia humana, el poema o La odisea de Gilgamesh. En este bello escrito se relata la búsqueda de la inmortalidad por parte de un rey cuyo nombre da el titulo a la obra, esta figura lucha contra dioses, los rechaza, supera el gran diluvio y vive el profundo dolor de la muerte de su mejor amigo, todo esto para darse cuenta de que la muerte es nuestro destino inexorable, y que la inmortalidad es sólo un lujo para los dioses. Esta historia marca un hecho ineludible y es que existe una pregunta inherente a nuestra humanidad y esta es “¿Cuál es el sentido de nuestra existencia? y a pesar de que para Gilgamesh en algún momento fue encontrar la vida eterna, variadas han sido las respuestas que nos hemos entregado a nosotros mismos, quizás mirarlas nos ayude a no olvidar que es lo verdaderamente importante en nuestra vida.

«La odisea de Gilgamesh: En este bello escrito se relata la búsqueda de la inmortalidad por parte de un rey cuyo nombre da el titulo a la obra, esta figura lucha contra dioses, los rechaza, supera el gran diluvio y vive el profundo dolor de la muerte de su mejor amigo, todo esto para darse cuenta de que la muerte es nuestro destino inexorable, y que la inmortalidad es sólo un lujo para los dioses»

Como especie tenemos una inclinación natural en buscar sentido de nuestro actuar y de lo que ocurre a nuestro alrededor, y aunque no lo parezca, lo podemos ver en todas las etapas de nuestra vida, el niño busca el sentido a través de la palabra de los adultos, el adolescente encuentra ese sentido en las palabras con sus nuevos vínculos, el adulto la busca en un actuar más actuar concreto y el viejo lo hace a través de su experiencia y al igual como nosotros avanzamos la humanidad ha encontrados modos de buscar este sentido, en algún momento pasamos por los mitos que nos ayudaba a asignarle a entes que no logramos entender sentido a nuestro diario vivir; a los dioses por su parte les entregábamos nuestra voluntad para sentir que lo que no podíamos controlar lo hacían seres de una naturaleza distinta, los héroes encontraban divinidad en su humanidad; la magia que nos daba la confianza de enfrentar lo desconocido con rituales que invocaban poderes a nuestro favor; la intuición que nos regalaba un conocimiento que nacía de nuestra propia biología; la experiencia que era el regalo de haber vivido; y hoy en día la ciencia, que nos ayuda a ver en comparación y detalle. Si bien ninguno de estos modos de explicar ha terminado por satisfacer nuestra hambre de búsqueda, sí nos han regalado modos de mirar nuestra vida y nos siguen dando opciones que nos ayudan a descubrir qué es lo que buscamos. Lo triste de esto es que muchos creemos tener la razón y no creo que eso sea una verdad, sólo logramos percibir partes pequeñas de una gran realidad.

«Como especie tenemos una inclinación natural en buscar sentido de nuestro actuar y de lo que ocurre a nuestro alrededor, y aunque no lo parezca, lo podemos ver en todas las etapas de nuestra vida»

Este digno cuestionamiento ha sido tan manoseado que no me extrañaría que hubiese un buen número de personas que crean que no vale la pena siquiera hacer el esfuerzo de planteárselo, sobre todo por 2 entidades (una institución y un movimiento) que han hecho mal uso de esta digna búsqueda humana, por un lado, para los más tradicionales tenemos a la iglesia cristiana que impuso lo que es bueno y malo en nuestra cultura desde hace 600 años, institución absorta en sí misma con valores perdidos en un tiempo que se niega a morir, y que impone su voluntad con la fuerza sangrienta de su historia, sus valores son sólo escuchados por el poder económico que sustentan sus arcas y al mismo tiempo, como casi todas las instituciones, son grandes elefantes blancos inamovibles con una inercia que no los permite virar con los vientos de la salud mental/espiritual necesarios para sobrevivir a esta oscura época de nuestra historia. Por otro lado, tenemos esta nueva cultura tecno/newage que se ha encargado de masificar por redes sociales información parcializada sobre la búsqueda del sí mismo y la espiritualidad. Bien conocidos son estos falsos profetas que se encargar de hacer sentir que el camino de la salud mental está en técnicas catárticas que sólo ayudan a entrar en una falsa sensación de plenitud y salud, cuando la verdad es que el camino de la búsqueda del sí mismo es un emperdigado sendero en espiral que nos hace enfrentarnos a distintas partes de nuestros demonios en diferentes épocas de nuestra vida, y que la “iluminación” como la prometen, no es tal, ya que los pocos que han podido llegar ahí  poco y nada pueden decir de eso porque es inefable, por eso “saberlo todo” en un reel o tiktok es una muestra de alejamiento del camino más que el acercamiento a este.

«Por otro lado, tenemos esta nueva cultura tecno/newage que se ha encargado de masificar por redes sociales información parcializada sobre la búsqueda del sí mismo y la espiritualidad. Bien conocidos son estos falsos profetas que se encargar de hacer sentir que el camino de la salud mental está en técnicas catárticas que sólo ayudan a entrar en una falsa sensación de plenitud y salud»

Hasta aquí no he podido responder cual es el sentido de nuestra existencia y les hago un “Spoiler” del final de este texto… no les puedo decir la respuesta de tan magnánima pregunta porque no la sé. Quizás sea esto lo mas maravilloso de esta pregunta y es que no tiene respuesta concreta, es por eso que merecemos hacernos otra pregunta y esa es “¿podemos entonces vivir sin sentido de la vida?” Y creo que esta respuesta es más fácil de obtener, es sólo cosa de ver algunos relatos de personas que han decidido quitarse la vida, y en muchas oportunidades se menciona que uno de los argumentos más importantes para tomar esta decisión es que no le encuentran sentido a su existencia, incluso parte de la sintomatología de la depresión clínicamente diagnosticada es la anhedonia, un término que se puede explicar como la falta de placer o de sentido en nuestras acciones, es por esto que es inevitable sacar como conclusión primera que “NO, no es posible vivir sin sentido”.

Entonces como cresta puedo vivir si todavía no le encuentro sentido a mi vida y al mismo tiempo no puedo vivir sin sentido, y la respuesta creo que tiene más que ver con el camino que con el resultado, es la acción de la búsqueda el verdadero sentido de la vida. Seguir nuestra sed de encontrar algo más profundo que nos deja con un corazón abierto a lo que viene sea el acto más cercano a entrar en el sentido, quizás por eso sea tan importante tener una parte niño dentro de nosotros, porque deberíamos ser, al igual que ellos, buscadores implacables de la vida, sentir confianza en nuestro avanzar y no tener un miedo excesivo a equivocarnos, es decir, sentir el sutil placer de buscar, de querer convertirnos en mejores personas, olvidemos esta obtusa postura adulta de creer que somos de una manera inamovible, que “soy así y no voy a cambiar” “ya estoy viejo para eso”, porque como dice mi querido maestro Claudio Naranjo “búscate, encuéntrate, defínete pero no te cases con tus conceptos, muta las veces que sea necesario para encontrar la inmensidad de tu ser.”

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