En la cima de la montaña Caleu alzó los brazos y en voz baja susurró al viento las palabras que juró no pronunciar jamás, una densa neblina descendió silenciosa ocultando el mágico resplandor que despierta la codicia y el egoísmo en el corazón humano.
2 años antes
Arrastrado por los demonios de su pasado Diego Ramírez se encamina inevitablemente hacia su destino, no ha habido forma de superar los años de pobreza y amargos recuerdos de una vida colmada de necesidades y de hambre, hijo único de campesinos sólo sabe de trilla, arado, dolor y sacrificio. En su juventud su amada y abnegada madre muere durante los años de la epidemia y su padre sin poder resistir la soledad muere de pena al poco tiempo. Después de esta amarga experiencia y decidido a cambiar su destino vendió lo poco y nada que sus padres le dejaron y se enlistó en el ejército con el firme propósito de viajar a las nuevas indias y con la buena venia de Dios hacer fortuna, los rumores decían que el oro en estas nuevas tierras era abundante, quizá lograra hacerse por su valentía y coraje de algún título noble y volviera a España algún día como Diego Ramírez de la Sierra, Conde de Guarania o Duque de Marga-Marga, un sueño ambicioso que corría en su sangre anestesiando el dolor que lo atormentaba en las noches desde que sus padres partieron.
«Después de esta amarga experiencia y decidido a cambiar su destino vendió lo poco y nada que sus padres le dejaron y se enlistó en el ejército con el firme propósito de viajar a las nuevas indias y con la buena venia de Dios hacer fortuna»
Luego del llamado del próximo barco al nuevo continente se enlistó como subordinado de Francisco Pizarro, el Capitán del ejército que iría en nombre de Dios y del Rey a evangelizar y colonizar a los paganos de la nueva tierra; de Pizarro las historias eran muchas, en su último viaje se decía que habría enfrentado a más de 200 paganos sólo con sus manos y su espada y los había hecho huir del terror al mostrarles sus ojos hinchados en sangre, quizá no era un enviado de Dios sino el mismísimo demonio, llamado por el mismo sueño, el oro , oro… oro por montones.
Diego rápidamente se destacó de entre todos sus compañeros por su disciplina y su buen desempeño en cualquier tarea que le fuese asignada, pelar papas, fregar pisos o de vigía nocturno, al llegar a tierra y gracias a esta incipiente buena reputación de ser un joven muy disciplinado y con ganas de aprender, se le encomendó junto a otros dos compañeros la tarea de estudiar la lengua de las culturas originarias de estas nuevas tierras, era de suma importancia tener buenos traductores, tanto para comunicarse como para poder prestar oídos a cualquier comentario que les fuera de alguna utilidad en los objetivos humanos y divinos de este viaje, era de suma importancia aprender de la forma de vida e intereses de estos pueblos que se vivían bajo la sombra del pecado, tan alejados de los pensamientos de Dios.
«Diego rápidamente se destacó de entre todos sus compañeros por su disciplina y su buen desempeño en cualquier tarea que le fuese asignada, pelar papas, fregar pisos o de vigía nocturno, al llegar a tierra y gracias a esta incipiente buena reputación de ser un joven muy disciplinado y con ganas de aprender»
El único traductor había contraído una poco conocida y extraña enfermedad sin cura y era muy probable a no ser que la mismísima mano del Creador lo tocara, que muriera dentro de los próximos meses, una enfermedad tortuosa que lo iría dejando sin movilidad, hasta paralizar sus órganos vitales, dejándolo inconsciente y finalmente sin poder respirar .
Rápidamente como era su costumbre, se hizo de la confianza de Don Miguel, el traductor, transformándose en su mano derecha, le ayudó a traducir algunos cantos y oraciones sagradas y salió a terreno como asistente mientras Don Miguel aún podía caminar, en estos pocos meses se hizo medianamente experto en la traducción inmediata, era una lengua de lo más particular, la misma palabra podía tener diferentes significado de acuerdo a la ubicación o tono con que se expresara, una misma palabra podía significar un grupo de ideas, un simbolismo y a la vez una sola cosa.

Ilustración John Everett Millais
Fue así como un día, mientras Don Miguel daba sus últimos suspiros, fue llamado ante el mismísimo Pizarro, gratamente sorprendido, se apresuró arreglando sus ropas que ya no tenían mucho arreglo, limpió rápidamente sus zapatos con un trapo y acompañado de dos soldados fue guiado hasta la tienda del general, nunca en su vida había estado tan cerca de una persona tan importante.
– Aha! Exclamó Pizarro, tú eres Diego el traductor
– Diego Ramírez a sus órdenes, su señoría
– Bien, he tenido buenas referencias de ti, Don Miguel te ha recomendado como un muchacho prodigio en el arte de las letras y las palabras, así es que mañana al despertar el alba saldrás junto a algunos de mis más nobles oficiales e irás en una misión diplomática de intercambio de ofrendas, el jefe de la nueva comunidad que está en la periferia de la selva, nos debe colaborar con hombres fuertes que nos ayuden con el transporte de nuestras armas y mercadería para cruzar la selva, también deberás estar atento a cualquier comentario que pueda sernos útil, es un trabajo sencillo pero de su buen desempeño dependerá el éxito de nuestra misión. ¿Alguna pregunta?
– No su señoría, atendiendo a sus requerimientos y con su permiso, me encamino a ordenar todo lo que nos será útil en el buen desempeño de vuestra encomienda.
– Ja, ja, ja… Don Miguel tiene razón, eres bueno con las palabras… atento a los detalles y al silencio, en el momento de la negociación pueden daros la ventaja.
Y con una leve inclinación, Diego salió de la tienda de Pizarro con la frente en alto y muy contento, su madre y su padre estarían orgullosos y felices en el cielo al verlo acercarse de manera concreta a sus sueños.
En su tienda organizó el morral, su ropa, pluma, papel y algunas baratijas que le servirían de intercambio con los habitantes de la selva, un peine, un jabón, un espejo, tenía conocimiento de que este tipo de objetos eran muy valorados por estas comunidades y generalmente las intercambiaban por joyas de oro con piedras preciosas de alto valor en el mercado europeo.
– Que tipos estos, no sabían nada del valor de las cosas… viviéndose tan lejos de la mano de Dios… que otra cosa más se podría esperar.
Diego se fue a dormir, cerró sus ojos y se sumergió en sus más profundos pensamientos, en el interior de su cabeza ya nada tenía lógica, saltaba de su encuentro con el general a los días en casa de sus padres, de la casa de sus padres al hambre… recordaba el hambre… el hambre, el dolor del hambre.
Realismo Mágico – Ficción Histórica