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Se ha festinado con el desconocimiento de los Beatles de parte del exponente de la música urbana. The Beatles, sí, banda que existió entre 1962 y 1970, según la enciclopedia Wikipedia. Un clásico, sí, pero que hace 53 años dejó de existir. Esto me recuerda en algo a Sui Generis, lo comencé a escuchar en los 80, pero el disco «Adiós Sui Generis» es de 1977.

Resoplidos y estertores del «establishment» que se hacen sentir cuando la falta de sentido de realidad y de presente hacen a algunos refugiarse en una añeja nostalgia que ata al pasado, como esos padres sobre protectores que se niegan a que los hijos tengan sus propias alas.

Esos que despotrican en contra de la música urbana, hace algunos años llamada simplemente Reguetón, entre los que me incluyo, por mera cuestión estética, olvidan que su rock and roll fue severamente criticado y prohibido por la sociedad de sus padres y madres, por erótico e inmoral. Olvidan también, algunos más jóvenes que la generación rockanrolera, que el hevy metal fue considerado satánico, y prohibido por un influyente obispo en democracia, aplaudido por numerosas señoras y señores seguidores y fieles de ese obispo. También los que gozamos y nos ideologizamos con la canción de protesta sufrimos de persecuciones y estigmatizaciones por escuchar a Silvio o a Víctor.

«Esos que despotrican en contra de la música urbana, hace algunos años llamada simplemente Reguetón, entre los que me incluyo, por mera cuestión estética, olvidan que su rock and roll fue severamente criticado y prohibido por la sociedad de sus padres y madres, por erótico e inmoral»

Así se va tejiendo la historia y así van mutando las sociedades. Para bien o para mal las cosas cambian, los gustos cambian. Y aunque a muchos la música actual no represente nada, es la música actual, representativa de la sociedad actual, tan liviana o vacía como fue el rock and roll de antaño, tan light como resultaron muchos discos de los Beatles, tan hippie o burguesa como lo fue Sui Generis.

Refugiarse en el pasado para negar el presente es el peor de los síntomas de la nostalgia, aunque nos sorprenda que Marcianeque (¿O es Marcianeke?) esté dispuesto a colaborar con The Beatles.

Por más que la industria musical de estas décadas del siglo XXI esté dominada por el Reguetón y sus derivados, es la música de los tiempos que corren, junto a otras muchas músicas de diferentes estilos más o menos conocidas o difundidas. Son las músicas que corren hoy, en el presente que es tan propio de los jóvenes como de los viejos. Pues otro síntoma nefasto y perjudicial de la nostalgia mal entendida es, para los que llevamos más años vividos en el siglo XX que en el XXI, no asumir que estos tiempos también son nuestros tiempos, que nos pertenece el presente tanto como el pasado, el Reguetón tanto como Elvis, Adamo, Silvio o Rafaela Carrá.

Algún día Marcianeke, ¿lo escribí bien?, será un clásico, ¿por qué no? junto a toda esa pléyade de músicos urbanos, y tendremos a los futuros cincuentones y sesentenos perreando de lo lindo en las fiestas de los veinte, quejándose de quién sabe qué estilo musical en el 2050 o 2060. De lo que estoy seguro es que esas fiestas no van a ser animadas por el Chico Pérez.

«Algún día Marcianeke, ¿lo escribí bien?, será un clásico, ¿por qué no? junto a toda esa pléyade de músicos urbanos, y tendremos a los futuros cincuentones y sesentenos perreando de lo lindo en las fiestas de los veinte, quejándose de quién sabe qué estilo musical en el 2050 o 2060»

Viejos de mierda como yo, no nos quejemos tanto del Reguetón, el Trap y la música urbana, que sin darnos cuentas nos estamos perdiendo la oportunidad de vivir en presente, de apropiarnos del presente, «no importa los años que tengas, es el tiempo que no se detiene…».

Viejo Culiao

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