Tendencias
Tendencias
COLUMNAS
RELATOS
CULTURA Y SOCIEDAD
“Amarrarse la diuca con un alambre y el pantalón con un riel”
En su rol de profesor de religión el Padre Gonzalo también ejercía la atribución de darnos clases de educación sexual. Y aunque suene raro, por su condición de sacerdote, éstas eran recibidas con aceptación y complicidad por los alumnos. Había una frase que él siempre decía para advertirnos de los cuidados que debíamos tener ante las tentaciones carnales, especialmente frente a la polola. Cuando la temperatura subía, nos decía, teníamos que “amarrarnos la diuca con un alambre y el pantalón con un riel…”.
Soledad
Para ellos son “La Tonka”, “Julito Cesar” o “El Panchito”, son ellos los que las aconsejan, las que les dicen que se abriguen cuando hace frío, como se tiene que cuidar cuando salgan a la calles porque “está tan peligrosa la cosa”.
Manipuladores con rostro de Gurú
El falso maestro, se muestra puro, muy empático y asequible, astuto, extremadamente sabio, tienen respuestas y alivios para todos los males, son dueños de la verdad absoluta, aunque aparentemente estén llenos de dudas. Son elitistas, y expertos en alguna materia humanista que suelen aprovechar al máximo para atraer víctimas con la intención de crear un séquito que le mantenga financieramente y obviamente sacie sus perversiones.
¿Me amas o te convengo?
«Me perturba escuchar a mujeres hablando de los hombres como si fueran cajeros automáticos y donde es más importante el tamaño de su billetera, la marca del auto y el beneficio económico que pueden obtener, en vez de priorizar la personalidad y los valores»
La Dormida (Capítulo1)
«En la cima de la montaña Caleu alzó los brazos y en voz baja susurró al viento las palabras que juró no pronunciar jamás, una densa neblina descendió silenciosa ocultando el mágico resplandor que despierta la codicia y el egoísmo en el corazón humano»
Categorias
Categorias
RELATOS
CULTURA Y SOCIEDAD
Columnas
Relatos
Cultura & Sociedad
Columnas
El vecino de arriba
Mi casa siempre estaba oscura, apenas se filtraba la luz en algunos momentos del día. La temperatura húmeda de selva era perfecta para mí. Con respecto a si era un lugar tranquilo, yo diría que sí, se escuchaban algunos ruidos, pero normales. Mi preferido era el canto de los pajaritos y las canciones de arañas y elefantes. A veces me sobresaltaba porque escuchaba unos ladridos muy cerca. Tiempo después me enteré de que así responden los perritos también cuando se sienten contentos.
Durante un tiempo parecía que había sismos en la zona donde vivía o algo parecido, porque dos o tres veces al día, aunque a veces más, me sacudían fuerte. Era como si la madre tierra rugiera afuera, no sé.
Casi siempre, después de esos temblores, sentía un calorcito que apaciguaba aquellos temores. Parece que a eso le llamaban caricias, o escuchaba un sonido chirriante «muak», eso es un beso.
Con el correr de los días, fui sintiendo que mi hogar cada vez era más chiquito, pero no menos confortable. Así pasa en todos los nidos, nunca pierden el calor aunque emerja la urgencia de volar.
Un mensaje de nuestro editor
En Para Conversar creemos en el valor de detenerse. Publicamos contenidos que invitan a pensar, sin apurar ni adornar de más. Nuestra revista nace como un espacio para reflexionar con calma sobre lo que de verdad importa: cultura, sociedad, historia y vida cotidiana. No buscamos lo viral, sino lo valioso. Nos alejamos del ruido para acercarnos a lo humano, a la pausa, al diálogo.
Creamos este proyecto con una idea clara: que aún es posible conversar con sentido. Aquí confluyen voces diversas, honestas y comprometidas. Nuestro estilo es sencillo, cercano y directo, porque así hablamos cuando realmente queremos ser escuchados. Somos una revista cultural independiente hecha con cuidado, palabra por palabra.

Rodrigo Urquieta Alvarez
Editor Para Conversar